La radiactividad es un fenómeno de enorme
importancia para la civilización moderna. Se trata de procesos de
desintegración espontánea de núcleos atómicos mediante la emisión de diferentes
partículas subatómicas.
Su descubrimiento fue realizado casualmente
por el físico francés Antoine Henri Becquerel en 1896, quién, observando los
efectos de la exposición de materiales fluorescentes y fosforescentes a
los rayos X (recientemente descubierto por Wilhelm Roentgenen 1895), para lo
cual colocaba un cristal de sulfato de potasio y uranilo, mineral que contiene
uranio, encima de una placa fotográfica envuelta en papel negro y las exponía
al sol. Cuando desenvolvía la placa la encontraba velada, hecho que atribuía a
la fosforescencia del cristal. Los días siguientes no hubo sol y dejó en un
cajón la placa envuelta con papel negro y con la sal de Uranio encima. Cuando
sacó la placa fotográfica estaba velada, y no podía deberse a la fosforescencia
ya que no había sido expuesta a los rayos del sol. La única explicación era que
la sal de uranio emitía una radiación muy penetrante. Sin saberlo Becquerel
había descubierto lo que Marie Curie llamaría más tarde radiactividad. A pesar
de que el descubrimiento fue realizado por este señor, su trabajo en este campo
de la física y de la química no fue mucho más allá de eso. Sin embargo,
arribaron a estos estudios muchos importantes personajes científicos, y a
medida que los estudios daban a luz trascendentes descubrimientos, más y más
interesante se hacía este campo.